Francisco salió de la clase de Contabilidad 1 molesto y preocupado. “No quiero ser contador” dijo a viva voz delante de nosotros. “¿Por qué lo dices?”, le pregunte asombrado. “No pensé que fuera así. Yo vengo de otra especialidad y creí que el estudiar contabilidad sería mejor pero luego de esta clase, me ha dejado que pensar”, sentenció para luego irse visiblemente decepcionado a su casa.
Cabe mencionar que cada curso de esta profesión a la que nos enfrentamos tiene un método de enseñanza que un profesor plantea para transmitirnos todo su conocimiento hacia nosotros futuros contadores públicos. Pero, y volviendo al presente tema, fue este pensamiento furioso de mi compañero (hasta ahora), lo que me hizo pensar que nos motiva a estudiar contabilidad.
La contabilidad es una de las profesiones más interesantes para estudiarla y convencernos más de que el mundo de los negocios no solamente se basa en la economía que estima probabilidades o el derecho que nos impone las reglas del juego legal, sino también en la profesión contable que nos convierte en el engranaje central de la empresa. Nos convertimos en el principal motor a través de la recolección de datos monetarios que tras ordenarlos por diversos criterios de nuestra especialidad los convertimos en Estados Financieros, documentos de gran importancia por los cuales se toman las grandes decisiones de inversión, financiamiento, ejecución de alguna obra o proyecto, etc. Cumplimos, por lo señalado, una gran labor destacada que se refleja en la enseñanza impartida en facultades como la nuestra.
La motivación principal para seguir esta profesión se debe de basar en nuestro interés por este amplio mundo de las empresas y nuestro papel en las decisiones que estas tomen. Además de los números que son la fuente del cálculo y la exactitud que para nuestra carrera es esencial.
Aparte de estos puntos, nuestro criterio y análisis debe de desarrollarse para que al momento de poner en práctica nuestros conocimientos estos sean dados de manera coherente y responsable.
En este ciclo que comenzó volví a cruzarme con Francisco. Ya no reniega como antes, está enfocado en un gran proyecto de una asociación para nuestra facultad. Al hablar con él fue inevitable la pregunta:
-¿Aún quieres ser contador?
-Sí, me respondió
-¿Y qué fue lo que te hizo cambiar de parecer?
-Esto…
Y me mostró un papel con una frase que es lo que más me motiva a ser contador cada día.
“El contador público tiene en el mundo uno de los puestos más responsables y dignos de confianza”(Franklin Delano Roosevelt, Presidente de los EEUU 1933-1945)
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